
El orfanato se llama Restoration of Hope, y eso es exactamente lo que es, un hogar que devuelve la esperanza.
Cuando estás ahí, es difícil imaginarse a esos chicos viviendo en las calles hace solo algún tiempo. Todos ellos están muy guapos, bien vestidos y aseados. Sus miradas son limpias, su disciplina ejemplar.
La casa, un edificio de alquiler, humilde, pero muy limpio. 5 habitaciones en las que encontramos 3 literas y 6 baules, donde guardan todas sus pertenencias. Llevan un ritmo diario marcado por tareas, colegio, deberes.
Evidentemente también hay tiempo para jugar o ver la tele en el comedor. Son muy aficionados al futbol y tienen un equipo con el que compiten en la liga comarcal.
En el patio se han montado un pequeño gimnasio con bloques de cemento y garrafas. Todos ellos son estudiantes ejemplares, se les nota en seguida lo agradecidos que están por este regalo y lo en serio que se toman sus responsabilidades.
Tienen entre 9 y 18 años, son una gran familia, donde los “hermanos” se cuidan entre ellos.


Con ellos viven 3 monitores y 4 “mamas” que vienen a diario y se ocupan de la cocina y de dirigirles en las tareas del hogar.
Joseph está con ellos todas las tardes, por la mañana está en las calles, con los chicos que aun siguen viviendo en el vertedero. Los chicos le llaman “baba”, papá en swahili.
Los más grandes están aprendiendo oficios. Cuando sean mayores de edad podrán trabajar y tener una vida independiente. Algunos incluso se preparan para la universidad. Aun así, cuando les preguntas qué quieren hacer cuando sean mayores, la mayoría te contesta: ¡ser como baba y ayudar a mis hermanos a salir de la calle!
